La era de la estupidez (+Documental)

 La era de la estupidez (Age of stupid) es un documental dirigido por Fanny Armstrong, una documentalista británica, activista contra el cambio climático. Desde el comienzo la película advierte que lo que mostrará del futuro está basado en predicciones científicas y que lo que se verá del presente son imágenes verídicas, documentales. Tras esa advertencia la película shockea con un planeta Tierra devastado en el año 2055. Australia está en llamas. Las Vegas cubierto por la arena. El ártico es un océano fuera de control y sin hielo. Londres está bajo el agua. El Taj Mahal, en India, destruido por vaya a saber qué guerra. En la película, el británico Pete Postlethwaite (“el mejor actor del mundo”, según Steven Spielberg), es un archivista que se encargó de preservar todo aquello que ya desapareció de la faz de la Tierra en una base elevada cientos de metros sobre el océano Ártico. En esta especie de Arca de Noé del futuro conviven embalsamados los animales que jamás volverán a caminar sobre el planeta con los documentos y piezas que registran miles de años de historia humana. Allí el archivista graba un mensaje para la posteridad, revisando imágenes documentales y periodísticas del año 2007, tratando de comprender qué hacía el hombre mientras destruía el planeta y se encaminaba hacia su final. "No fuimos la primera forma viviente en desaparecer. Pero lo que es único es que lo hicimos sabiéndolo. ¿Qué es lo que eso dice sobre nosotros? La pregunta que me he estado haciendo es ¿por qué no nos salvamos cuando pudimos hacerlo?", dice apesadumbrado mientras graba su video con la esperanza de que alguien, en algún lugar del espacio escuche su historia y no repita nuestros errores.
Entrecruzando los géneros documental, drama y animación, La era de la estupidez es una patada al estómago que pretende sacar la modorra de nuestros líderes mundiales de cara a la cumbre de Copenhague que en diciembre próximo decidirá el destino del planeta. Allí se suscribirán los nuevos acuerdos que reemplazarán al maltratado y tan incumplido Protocolo de Kyoto.


 Pero la película busca también concientizar sobre la gravedad del cambio climático entre la gente común que con su voz y voto puede exigir a los gobernantes del mundo que actúen ya sobre este tema. “¿En qué estado mental estábamos para quedarnos de brazos cruzados?”, se pregunta el personaje de Pete Postlethwaite. Su conclusión es quizá la más brillante de la película: “Mientras algunos pocos gritaban ‘¡Fuego!’, la mayoría teníamos un pacto como si el cambio climático no estuviese ocurriendo”. Los científicos aseguran que si se pasan determinados límites el cambio climático será irreversible. O sea que el tiempo para actuar es ahora. Si la temperatura del planeta aumenta en dos grados ya será demasiado tarde, y se espera que eso pase en el año 2015 (según las peores proyecciones científicas). Así que solo nos quedan seis años para actuar. Y hay mucho por hacer…

  TODOS SOMOS PROTAGONISTAS

En La era de la estupidez el dramático impacto del cambio climático es narrado a través de la vida de personas reales, que representan a la perfección las terribles contradicciones de la especie humana. El estadounidense Alvin DuVernay es un empleado de Shell que se emociona tanto al encontrar petróleo (“Huele como el dinero, es tan hermoso”, dice) como al recordar su casa, destruida tras el paso del huracán Katrina. Jeh Wadia es el hijo pródigo de una familia millonaria de India que maltrata a los empleados de su flamante línea aérea mientras asegura que su propósito en la vida es “ayudar a los pobres” ofreciendo las tarifas aéreas más bajas del mercado para que ellos puedan empezar a volar en lugar de atestar los maltratados trenes indios. Layefa Malemi tiene 23 años y vive en la pobreza, en Nigeria, anhelando algún día “poder vivir como los americanos, con autos caros, casas confortables, bebiendo agua limpia y comiendo buena comida”, mientras su pueblo es contaminado por la extracción de petróleo de compañías estadounidenses. Ante las contradicciones humanas de quienes no advierten que su entorno se degrada o lo aceptan con naturalidad aportando su cuota de destrucción al planeta, la directora de La era de la estupidez ofrece la mirada de otros personajes, los idealistas, esos que creen que no todo está perdido.

Como Fernand Pareau, un guía de montaña francés de 82 años que ya vio a los glaciares retroceder más de 150 metros o Piers Guy, un británico pionero en el impulso de la energía eólica que enfrenta la ignorancia de sus vecinos quienes prefieren no instalar molinos porque “arruinan el paisaje”. Según La Era de la estupidez usted y yo somos tan protagonistas de esta película como los “personajes” descritos más arriba. Todos nosotros lo somos por ser parte de la especie que sometió a las demás, modificó drásticamente el planeta en que vive y ahora lo lleva hacia la destrucción. Es poco probable que al ver esta película los responsables de tomar decisiones respecto al cambio climático actúen. Seguramente sólo lo hagan una vez que los reclamos sean masivos, mundiales. Tal vez es cierto que somos un desperdicio de materia gris, generando cosas maravillosas pero siendo incapaces de preservar nuestra existencia. Tal vez siempre supimos como sacar provecho del planeta en que vivimos pero nunca supimos o quisimos saber cómo protegerlo. Tal vez es cierto y el cambio debe empezar por cosas pequeñas, cotidianas. Tal vez es cierto y como decía John Lennon, "the dream is over"



La era de la estupidez

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