Bulgaria: un capitalismo caro

Hace más de 25 años era una república socialista con excelentes índices de desarrollo humano… hoy es la nación más pobre de la Unión Europea. Esa es la historia reciente de Bulgaria, el país que hace unos días ocupó titulares en la prensa occidental debido a unas manifestaciones que obligaron a renunciar al primer ministro Boiko Borisov. Aparentemente la causa de las protestas fue el alto costo de la tarifa eléctrica, pero como bien dicen los analistas, es solo la punta de un profundo iceberg. Casi la mitad de los búlgaros viven en la pobreza y el desempleo oficial supera el doce por ciento; pero no crean que tener un puesto de trabajo es una garantía de confort económico, más de la mitad de un salario puede irse por el caño al pagar los recibos de la electricidad y la calefacción. En Bulgaria abundan los hogares que tienen una sola bombilla en toda la casa o que han quitado la calefacción en medio de un crudo invierno. La situación es mucho más compleja por las condiciones externas negativas, por ejemplo, las inversiones extranjeras se han reducido en cinco veces desde 2009, y las exportaciones hacia el resto de Europa también han disminuido. Los inversionistas, esos príncipes del modelo neoliberal, no ven muchos atractivos en un país donde el nivel adquisitivo de sus ciudadanos está por el piso y los créditos son difíciles de obtener. Según los analistas, las pocas inversiones públicas se ejecutan con el dinero de los fondos europeos. A eso debemos sumarle la corrupción, hasta el ya ex primer ministro Borisov, famoso por su “mano dura” contra el crimen, tiene un expediente que lo vincula con la mafia y algunas ilegalidades empresariales.



 Pero lo irónico del asunto, es que a pesar de todo esto en Bulgaria técnicamente no hay crisis. Tiene una deuda externa de solo el 16 por ciento de su Producto Interno Bruto, y 2 por ciento de déficit ¿Quién entiende entonces a los capitalistas? ¿Cuáles son los verdaderos parámetros para medir la economía, los números o la situación social? Bulgaria no ha recibido rescates del FMI y el Banco Central Europeo, sin embargo, aplica un duro ajuste en su política fiscal, en resumen, estamos frente a las consecuencias de dos fenómenos, las desigualdades al interior de Europa y los desmanes del neoliberalismo.


 Sin embargo, ante este panorama sombrío, quizás lo más triste no sea la precariedad económica, sino, la reacción social, que ha decidido tomar las calles pero carece de propuestas políticas para cambiar la situación. El país está desorientado, podríamos decir que hasta medio confundido, a tal punto, que muchos culpan de la actual situación al sistema socialista que terminó hace más de 20 años. Increíble.


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