Introducción al Materialismo Histórico

El materialismo histórico no es más que la aplicación del materialismo dialéctico a la sociedad, o lo que es lo mismo, el estudio de la sociedad con las ideas del materialismo dialéctico. Ahora, ¿dónde reside la genialidad del materialismo histórico con respecto a otras formas de estudiar la sociedad? Precisamente en su carácter científico. Por ello ha superado los errores de otras teorías que estudiaban la historia mediante un análisis idealista, simplemente observando la ideología de su época, o dedicándose a juntar un grupo de datos cogidos aisladamente. Como primer paso, el materialismo histórico no estudia la historia a partir de las valoraciones personales que hace tal o cual personaje, sino de las circunstancias materiales, su posición en la sociedad, que es las que da lugar a tal o cual valoración. Es decir, no se parte de lo que los seres humanos digan, se representen o se imaginen, sino que se parte del hombre que realmente actúa. O, dicho de otra forma, «no es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia», en palabras de Marx. Por tanto, no se aborda el estudio de la sociedad humana descendiendo de lo imaginado a lo real, sino partiendo de lo real y analizando a partir de ahí lo imaginado. Así se descubre que no es la idea de la libertad, sino las condiciones de vida de las personas, las que determinan el desarrollo histórico. Por ello, los hechos más importantes de la historia son aquellos que han supuesto un desarrollo de los medios de producción (herramientas, máquinas…), como el descubrimiento de la ganadería y la agricultura, ya que han implicado también una ampliación de los productos y unas relaciones sociales de propiedad con estos medios de producción, que han determinado la distribución o reparto de estos mismos productos. De esta manera, una vez que el ser humano pudo dejar de vivir solamente mediante la recolección y la caza, en el día a día pudo empezar a producir su propio sustento, nació también la propiedad privada y la necesidad de disponer de más manos para conseguir, en este caso, cuidar las tierras y guardar el ganado. Así nacieron las clases sociales y el Estado.



 Una vez que los prisioneros capturados en la guerra empezaron a convertirse en esclavos, propiedad de unos amos específicos, surgieron las primeras relaciones sociales de producción desiguales de la historia. Mientras unos eran los que producían, otros simplemente poseían la propiedad de los medios de producción. La distribución de los productos, por lo tanto, se posicionaba a favor de los amos y por este motivo, a lo largo de varios siglos, acabaría por explotar en diversas crisis estructurales o sistémicas que desembocarían en una revolución social.

El antagonismo entre dos clases sociales distintas, entre grupos de personas que ocupan diferente lugar en la producción, dio lugar a unas diferencias radicales de condiciones de vida que no fueron asumibles por la clase social explotada.

En occidente, este sistema, con su propia forma de Estado, toma la denominación de sistema esclavista.

Como vemos, el Estado siempre ha girado en torno a sistemas económicos que vienen definidos por unas relaciones de producción específicas. Los idealistas defienden que el Estado procura satisfacer al conjunto de la población y hace de mediador en los conflictos entre clases, pero esto no es cierto.

El Estado surge justo con el nacimiento de las clases porque consiste en una herramienta, un aparato de represión del que se vale la clase dominante para ejercer su dominio sobre la clase dominada y justificarse. Todos los sistemas educativos y judiciales, ejércitos y leyes que hay un Estado, nunca tienen carácter neutral.

Del mismo modo, en tanto que la educación, los medios de comunicación y los propios materiales son controlados por la clase dominante debido a su papel dominante en las relaciones de producción, la ideología, la cultura y el arte sufren la misma suerte que el Estado. Igualmente están determinados, en última instancia, por las relaciones de producción dominantes.

Por eso, el materialismo histórico expone que existe una relación entre la superestructura, que engloba el Estado y todos estos elementos, y la base, infraestructura o estructura económica, que se refiere a las relaciones sociales de producción y las fuerzas productivas1* del momento. Si el sistema social está determinado por las relaciones de producción y las relaciones de producción determinan la superestructura, en consecuencia, la idea de cambiar de sistema mediante cambios superestructurales, como en la educación, jamás puede llegar a concretarse.

La revolución social, de esta manera, siempre implica un cambio en la infraestructura. Todo cambio real de sistema trae consigo un cambio en las relaciones de producción y en las fuerzas productivas. Tras el esclavismo, pues, se introdujo el feudalismo. Sin embargo, esta sucesión no puede entenderse de forma mecánica ya que en cada país, según las condiciones específicas, en cada caso, la forma en que se han sucedido los distintos modos de producción han variado (existiendo retrasos, distorsiones, regresiones, saltos...).

En el feudalismo las clases sociales existentes eran los señores feudales y los siervos. Los señores feudales poseían medios de producción tales como la tierra, mientras que los siervos sólo poseían en propiedad los instrumentos que empleaban para trabajarla (medios de producción). Los siervos se diferenciaban de los esclavos en que tenían derecho a trabajar la tierra de su señor y obtener sus productos, siempre y cuando les dieran, a modo de tributo, cierto porcentaje de su producción que normalmente era elevado.

El comercio era escaso, y sólo empezó a desarrollarse una vez que la producción de mercancías comenzó a emerger, principalmente de mano de los artesanos y algunos campesinos. Esto permitió cierta acumulación de capital y provocó que las relaciones mercantiles de producción se extendieran. En algunos lugares (principalmente en Inglaterra) empezaron a darse trabajos asalariados, que, poco a poco, se fueron transformando en relaciones de producción hegemónicas. Así, una vez la burguesía conquistó el poder político a partir de diversas revoluciones (como la francesa, en 1789), se entraría oficialmente en el capitalismo.

La contribución fundamental de Marx fue demostrar que el capitalismo, la existencia de clases sociales y la explotación, no son eternos, sino que sólo van unidas a determinadas fases históricas, y que la lucha de clases es el motor de la historia que conduce a la toma del poder por parte de la clase trabajadora (Socialismo), en el tránsito hacia una sociedad sin clases (Comunismo).

En resumen, el materialismo histórico es una teoría científica que no se limita al estudio de las ideas de la humanidad, sino que investiga el origen de esas ideas en la vida material y así nos da los medios para conocer la historia y para elaborar una estrategia y táctica revolucionaria para intervenir en ella y transformarla.

NOTA:

(1) Hacen referencia a los medios de producción junto a la fuerza de trabajo (el trabajo humano).


Extraído de: Cuadernillo de Nuevo Militante (CJC)


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